Agrupación de Cofradías de Antequera

Plantilla creada por Conexanet

(2005) Manuel Jesús Barón Ríos - El Pregón

El Pregón

 

Introducción

Perdonadme si antes de comenzar este Pregón y agradecer a tantos a los que tendría que agradecer el que hoy esté aquí,  quiera dedicarlo a la tierra que me vio nacer, que vio nacer a los míos y que con su categoría de tierra única e irrepetible nos acogió como madre perfecta.

 

Sí, porque ella es la verdadera inspiración del Pregonero, porque nombrarla es nombrar todo aquello que la contiene. Ella es la dueña, la patrona, la reina de todo este mar en el que nos sumergimos incansablemente los que la amamos.

 

Todavía no ha despertado la primavera y ya nos inunda con una luz indescriptible que se desliza por su Sierra, con ese color terrizo e invernal que salpicó de ocres y verdes un manto recogido en su regazo.

Pero muy pronto la veremos cambiada, su tez añeja y casi velada por el invierno se va tornando en sonrisa equinoccial, ... es su forma de sonreírle a la Semana Santa.

 

Por todo te doy hoy las gracias. Por acogerme de niño y enseñarme a crecer por aquellas tus calles empedradas entre Galdopar e Higueruelos. Te doy las gracias por dejarme jugar en tus Peñuelas, correteando por Carreteros,  por tus Plazas y Plazuelas.

 

Te veía como la perfección para un niño inquieto que buscaba en ti, la seguridad descubierta en tu conocimiento.

 

No puedo por menos que honrarte con mi palabra pues tú nos honras cuando permites que pronunciemos tu nombre y lo retengamos siempre en la memoria.

 

Por ti, Antequera, estoy hoy aquí y por ti pregono tu Semana Santa, a la que amo tanto como te amo a Ti.

 

 

Saludo

Ilustrísimo Señor Alcalde.

Compañeros Concejales de la Excma. Corporación Municipal.

Reverendo Capellán.

Señor Presidente y Junta de Gobierno de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Semana Santa.

Sres. Hermanos Mayores y miembros de las Juntas de Gobierno de las Cofradías y Hermandades de Pasión y Gloria de Antequera, custodios sublimes de la más pura tradición antequerana.

Antequeranos de corazón, entrañables compañeros, auténticos cofrades, amigos del alma.

Señoras y Señores.

 

Agradecimiento

Mi agradecimiento no puede por menos que ir dirigido a mi presentadora, compañera de tareas cofrades y docentes, que ha hecho una hipérbole personal de mi vida particular y cofrade que quiero agradecerle muy sinceramente.

 

Muchas gracias amiga Carmen, mi aprecio hacia tu persona sólo es comparable al respeto que os tengo, tanto a ti como a toda tu familia, ya que habéis logrado en torno al Rescate aunar como nadie todo un cúmulo de tradiciones antequeranas que desplegáis maravillosamente en olores, en sabores y como no, también en palabras.

 

Gracias Carmen.

 

Ofrecimiento

¡En el nombre de Dios y en el de su Santísima Madre!

¡Para su mayor honor y gloria!

 

Así, con estas palabras quiero empezar mi Pregón en esta antequerana mañana de marzo y a Ellos, -a Cristo y María-, les pido que agranden mi voz y la ensanchen para que con ella pueda llegar a todos vosotros, hermanos cofrades de esta Antequera gloriosa y penitente que procesionando reza.

 

A Ellos pido que pongan calor y amor en esta voz prestada para poder pregonar al viento solano de la Sierra del Torcal, el Evangelio particular de tu pasión, Divino Jesús, Padre Nuestro, mi Nazareno de Amor.

 

Dadme también pues, “Señora de la elegancia y de la belleza”, Virgen mía, las fuerzas con las que poder cantar todas tus glorias y poder una vez más rodearte con mi palabra fundiéndome en Ti siempre, junto a la Antequera cofrade que rezando te venera.

 

Con estas prebendas, quiero encomendarme a Ellos, a los que han sido y siguen siendo luz, camino, verdad y toda mi vida cofrade, desde que mis ojos vieran una pared cubierta de hiedra y un patio empedrado con dos cipreses, en un huerto en el que una pequeña casita daba cobijo a dos ancianos entrañables que más que cuidar, mimaban aquel templo franciscano.

 

Y quiero hacer mención aquí, con vuestra venia, a mis padres y agradecerles que siempre comprendieran esta vocación cofrade. A ellos, a los que en multitud de ocasiones he podido dejar de atender en algunas de sus peticiones por tener que ocuparme de “esas otras cosas de mi Padre”, las de aquél que está con una Cruz al hombro en aquel bendito rincón de su Capilla de la Sangre, aquél que con apenas dieciséis años llevé a hombros, aquél que me sonríe cada vez que entro por el cancel de la Iglesia y traspaso la reja de su bendita Capilla, aquél que me perdona siempre.

 

A Ti Jesús, mi Nazareno de la Sangre, te doy las gracias por la comprensión de mis padres en aquellos años jóvenes en los que se mezclaban las horquillas con los libros y los apuntes con tulipas, cera y bayetas.

 

Y también, como no, pedirle la venia a mi esposa, a la persona que más ha soportado mis idas y venidas de tantas horas cofrades, de tantos momentos vividos en la Iglesia. Por su comprensión y amor que eran sustentados y protegidos por ese otro gran Amor que desde aquel entonces pasó a presidir nuestras vidas. Por la más frágil y bella Señora que encandiló nuestras almas, por aquella Virgen humilde de manto verde cubierto de estrellas que llegó, casi sin avisar y se quedó para siempre en nuestros corazones. Por la que lo hemos llegado a dar todo y a la que se lo hemos pedido todo, a la que nos ha ayudado siempre y a la que por siempre, hasta que nuestra voz se apague, agradeceremos el habernos dado las dos más nuevas hermosas vidas que alegrar pudieran las nuestras.

 

Saber que somos cofrades

Por todo ello se siente el Pregonero en deuda infinita y eterna y solicita ahora ya, ahora sí, a este noble auditorio cofrade el permiso definitivo para aclamar, exaltar y cantar a la Semana Santa de Antequera.

 

¡Para anunciar la más hermosa flor de Pasión que muy pronto adornará y deleitará con su belleza, perfume y estética antequerana, andaluza y universal, todo el escenario pasional que configuran como un decálogo de nombres las calles de Antequera!

 

Y es la propia Antequera la que conoce a la perfección la añeja tradición de su historia, en sus plazas, en sus calles, en sus leyendas, en sus capillas, en sus iglesias. Tenemos la inmensa suerte de vivir en la Ciudad del Cielo que por ser como es, además de invicta, muy noble, heroica y mariana, es... celestial.  Ciudad celeste. Así es Antequera, Madre y Señora. Celestial nombre debiera llevar acompañando a su escudo nobiliario, pues no cabe más religiosidad en el acontecer diario de la ciudad.

 

Mariana por Remedios y por Rosario; Divina por Salud y Aguas y por Verónica y también Santa por Cristóbal y Eufemia, configurando esta preciosa trinidad de nombres que se completan con la majestuosidad de nueve cofradías que honran los nueve nombres que Antequera les ha dado, construyendo el museo de devociones que recorren cada año los corazones antequeranos y cofrades y que esperan volver a renovar la creencia de ver en cada lágrima el dolor de Jesús y el llorar silente de la Señora, María llena de Gracia, Virgen Dulce y Pura, Madre nuestra.

 

Pero es esta Antequera la que tiene que participar y arraigarse en sus más puras y hondas tradiciones. Estamos viviendo tiempos en los que las Cofradías deben y tienen que encontrar su verdadero sentido. Sabemos que el esfuerzo es enorme. Tenemos que ser, porque así nos lo pide Cristo, ejemplo para todos.

 

Y aquí nos tienes Antequera, aquí tienes a tus cofrades, que si en un tiempo ya lejano fuimos los reparadores y constructores de la Antequera cristiana, aquella que tuvo que sobreponerse y reconstruirse en base a una creencia; hoy, en los albores del Tercer Milenio tenemos una tarea no menos importante: demostrar día a día que la evangelización a través de la religiosidad popular es posible mediante el sagrado ejercicio de la procesión.

Y esto, cuando en ocasiones, somos detractados en nuestra labor, incomprendidos a veces, menospreciados en algún momento. No nos rindamos, lo que hacemos, lo hacemos bien. Y nuestro carisma sigue valiendo para seguir haciéndolo cada vez mejor y para seguir haciéndolo siempre, ya que será Cristo el que juzgará nuestra labor de ir anunciando su Pasión, Muerte y Resurrección, para ejemplo y arrepentimiento de cada hombre.

 

Ya sabemos que estamos en continua renovación eclesial y que nos tenemos que adecuar a los tiempos. Pero también es verdad que no se contó nunca con las hermandades y cofradías para realizar esta renovación y eso tiene que ser comprendido por la Iglesia, por la nuestra, por la de todos los cristianos. Por esta Iglesia que es Madre y Santa y como tal acoge, comprende y si hace falta perdona, pues somos nosotros, los cofrades, sus primeros hijos, los primogénitos en esta Andalucía nuestra que ama a Dios sobre todas las cosas y a María Santísima tanto como a Dios.

 

Deseo diario

Pero va siendo hora ya del amarre de almohadillas y del vaivén de bambalinas, porque esta luz de marzo es la que va anunciando el camino seguro del cofrade que sin ninguna duda conoce el sentido peregrino de la procesión, de una procesión de Semana Santa.

Peregrinemos así por cada una de nuestras Imágenes, por cada palio, por cada trono, por cada horquilla y por cada vela encendida, para lograr empaparnos de esta Antequera cofrade que tanto nos enseña, emocionándonos con cada salida, con cada “arriba”, con cada corneta y con cada peana.

 

 

¡Esa es Antequera,

la que cada Semana Santa

con un toque de campana

consigue subir a Cristo

hasta la cima del alma!

 

Quisiera ser una palma Pollinica

y una banda cruzada

de raso verde esperanza.

 

Me quedaría con ser

un brocado de mantilla

o un cíngulo de esparto

en una túnica ajada.

 

No quiero ser nada más,

que la cera de tu candelería,

¡ Consuelo de mi alma !

o un espárrago de tu tonga,

¡ Dolores del alma mía !

 

Dejadme hoy ser

la Cuesta de Santo Domingo,

y una almohadilla blanda

de mi Virgen de carita blanca,

o tu Vega..., ¡ Socorro !,

tu Vega de madrugada.

O tal vez quisiera los tres clavos

que llevas en tus manos entrelazadas.

Y también el triunfo

cada domingo por la mañana.

 

Esa es Antequera,

la que cada Semana Santa

con un toque de campana

consigue subir a Cristo

hasta la cima del alma.

 

Quiero ser Pollinico,

Pollinico de suave palma

y también Estudiante,

del Glorioso Nazareno

Cristo mío y Virgen Santa.

Rescate de cera viva

y Piedad bien “bambalineada”.

Del Mayor Dolor quiero ser

su Legión bien formada

y de la Misericordia y el Consuelo,

dos mecidas acompasadas.

¡Dolores! ¿has visto cómo

corren tu Vega arremolinada?

La preciosa Virgen de la Paz

llega rociada,

de pétalos de rosa

y de amores embriagada.

No llores más Socorro

por tu cuesta empinada

si tu Hijo, ya muerto,

resucitará mañana.

¿No queréis ser conmigo

la voz rota y cansada

de un Hermano Mayor de Trono

al que le tiembla la mirada?

Sed conmigo un hermanaco

en una Vega jadeada.

Portad en vuestros hombros a Cristo

bajo una noche estrellada.

Veréis que es Antequera

la que entre música, vivas y bandas

consigue subir a Cristo

al pie de una espadaña,

y luego entre más himnos

entre palmas y alabanzas

encumbra a su Madre

repicando todas sus campanas.

 

¡Esa es Antequera!,

la que cada Semana Santa

con un sólo toque,

con un  toque de campana,

consigue subir a Cristo

hasta la cima del alma.

 

Domingo de Palmas

... Y ese primer toque de campana se escucha desde San Agustín. Un mar de túnicas moradas y un prólogo de palmas rinden bellamente el paso a Jesús de la Pollinica.

 

Ya se escucha el primer Himno, ya empiezan a latir los corazones cofrades. Virgen de Consolación, de la Esperanza, Jesús Orando en el Huerto, la Pollinica..., tres tronos para una misma ilusión cofrade..., ya es Domingo de Ramos, ya ha terminado la espera anual que cada cofrade lleva dentro, aguardando que pase en un suspiro ese puente casi eterno que nos lleva a la otra orilla de una nueva Semana Santa.

 

Y nos conmovemos con cada temblor de tu palmera y también con cada mecida de tu olivo. Las bambalinas verdes de tu trono, Virgen de Consolación, Virgen de la Esperanza, se mueven al mismo son que las nuestras. Hoy da igual, Antequera tiene una sola Iglesia y se llama San Agustín. Vuestros tronos son los míos, vuestros tronos son también los nuestros.

 

El pregonero llevó en otro tiempo sobre su hombro a Jesús Orando en el Huerto y todavía recuerda cada Domingo de Ramos la voz perfecta e implacable, caballerosa y amiga de Salvador Álvarez.

Fue mucho más que un buen Hermano Mayor, fue un maestro.

 

Este año también nos ha dejado un buen Hermano Mayor,... casi en silencio como él era, se nos ha ido Juan Pastrana,..... un recuerdo y una oración Pollinica que nos sale del alma.

 

Es fácil engarzar tantos nombres sagrados: Jerusalén, Oración, Huerto de los Olivos, Consolación, Esperanza... y todo se une en un mar de palmas blancas, bambalinas verdes... y un palio bordado en oro que se cuida, se mima y guarda en vuestra sede de calle Nájera.

 

Domingo de Ramos, Belén y Jerusalén unidos. Alegría y gozo. Temor y regocijo en una Esperanza Consoladora que revive toda la ilusión cofrade antequerana.

 

Son túnicas moradas

y palmas muy blancas

las que abren a Cristo el camino

que culmina en la Esperanza

 

Salvador Álvarez lo mira

al igual que Juan Pastrana.

Quieren ver a su Cristo,

desde su tribuna sagrada,

son colores Pollinicos

los que esta tarde estallan.

Un cárdeno color nazareno

y un blanco color de palma.

 

El Ángel señala al cielo

con la mano en su espalda,

quiere consolar a Cristo

el que está con las rodillas clavadas.

 

Pide clemencia a Antequera

y Antequera lo recibe con palmas.

Son palmas de alegría

las que desde San Agustín marchan.

 

No queremos ver el llanto

de esta Virgen esperanzada

que sostiene firme en su mano

una rama de olivo en plata.

 

Un palio le habéis bordado

en vuestra sede de calle Nájera

y Ella con alegría risueña

os devuelve una mirada.

 

Son túnicas moradas

y palmas muy blancas

las que abren a Cristo el camino

que culmina en la Esperanza

 

Belén y Jerusalén se unen

y le dan la bienvenida.

Sus tronos paso a paso

rodeando van esquinas,

escuchan sonrisas de niños

y la tarde mágica vibra.

Con olivos y palmeras

la procesión parece distinta.

Cuando llegan a la Calzada

ésta se hace más íntima.

Aquí se estrecha el cortejo,

aquí los tronos caminan,

aquí las cornetas resuenan,

aquí Antequera suspira.

 

¡Pollinicos olivareros

de esta Antequera cristiana!

¡Abrid vuestras palmas blancas!

¡Vuestro camino culmina,

cada Domingo de Ramos,

en la Virgen de la Esperanza!

 

Lunes de júbilo

... Y subiremos al Cerro de la Vera Cruz. Al igual que hace cinco años, cuando se conmemoró el V Centenario de la construcción del templo franciscano, primero de la ciudad.

 

Y volverá el Nazareno de la Sangre a escribir un capítulo más de la tradición cofrade antequerana, al igual que lo escribió toda la Cofradía de los Estudiantes, cuando hace ahora un mes rezó por toda Antequera en las ruinas romanas de Itálica, Vía Crucis Nazareno, el Vía Crucis de Andalucía.

 

Sangre, Verde, Vera Cruz.

 

¿Quién se resiste a nombrarlos? Sólo sus nombres representan una vida.

 

Sangre es sinónimo de Amor. No puede equipararse con nada un nombre tan conciliador. Jesús de la Sangre..., ternura..., morada Pasión... Sus manos abrazan el madero, dos ángeles cirineos le ayudan. Luego un cáliz y una corona de espinas de Tierra Santa. Un palio airoso y dulce cobija tu Imagen Sagrada. Son tus hermanacos los que logran esa fuerza que consigue cada Lunes Santo transformar en delirio cada paso del Nazareno.

Bendita locura que gira sus andas entre altares, púlpito y palmas cuando ya ha llegado la madrugada. Una última visión le aguarda, es la Vera Cruz la que empuja sus almas.  Y una flauta toca “Rocío” que hace estallar las lágrimas.

 

Cristo Verde, Cristo Santo. Nadie como Tú refleja en una Cruz tal expresividad de la muerte. No podemos comprender tu Imagen de desolación, sólo tus hermanacos lo entienden. Ellos saben respetar al Cristo que ya está inerte. Sus pasos avanzan sin rozar el asfalto de la calzada. Los hachones le alumbran con tenues llamas y su trono de madera le cobija esperando que se renueve la primavera de ver a Cristo vivo, sin heridas ni espinas que laceren su cuerpo regio. Sólo su precioso monte de claveles alivia el dolor que mantiene nuestra alma tan herida al ver de mi Dios la muerte.

 

Y después de esta muerte en Cruz, sólo nos queda María. Ya lo dijimos antes, en Ella culmina nuestra Esperanza. Pero en María de la Vera Cruz se aglutina la elegancia desmedida, esa elegancia que se sublima año tras año, la elegancia de un llorar definitivamente silente, contenidamente sosegado. Y esta es la quietud que se rompe el Lunes Santo. Sus hermanacos no quieren perder la ocasión y la ensalzan hasta el infinito cielo antequerano que busca los sones de una marcha para amarla definitivamente.

 

Por Calzada la Señora camina acompasada y Almogía, que cada año la acompaña y ya también la ama, le tocará por   “ Virgen de Gracia ”.

 

 

Todos estamos preparados

para lo que ocurrirá mañana.

¡ Ya es Lunes Santo !

y sólo una noche nos separa.

¡ Que pase pronto esta noche,

que corra deprisa la madrugada,

no queremos esperar más

esta ilusión tan soñada !

El Cristo de la Sangre aguarda

porque nadie como Él avanza

por esta Jerusalén antequerana.

El Cristo Verde silencia

toda su Pasión evangelizada

y la Vera Cruz desata

todas las ataduras del alma.

 

No existe más belleza

ni más elegancia procesionada.

¿No la habéis visto nunca

mecerse por calle Calzada?

Aquí, lo sones de la Banda

le tocan por “Virgen de Gracia”,

pero Ella prefiere “Rocío”,

“Rocío” de tamboril y flauta.

Porque sabe que sus jóvenes

la mecerán de madrugada.

Entonces tendremos que llorar,

no habrá lugar sino para lágrimas.

Aquí la emoción estalla,

no existe la tristeza

y en San Francisco resuenan

todas las campanas.

 

El Cristo de la Sangre gira,

entre altares y púlpito, sus andas.

Va buscando a su Madre,

la Señora ya está en su casa.

Entonces se escuchan vivas

y el sudor, humanamente, se palpa.

 

Ahora la banda toca “Rocío”

porque con Ella los hombros estallan.

No hacen falta almohadillas,

el trono entre hombros resbala.

 

Los retablos de la Iglesia

quieren encoger sus tablas,

parece que el trono no gira,

sólo le guía una mirada.

 

Es la mirada de su Virgen

que llorando en su trono aguarda.

La Señora espera  que otro año

“ la Sangre “  gire en la Iglesia,

completas sus cuatro andas

y que mueva su palio,

hasta que rocen sus flecos

todos los rincones del alma.

 

Porque Tú Señor de la Sangre

eres mucho más que una Imagen.

Más que lirio de Judea,

más que clavel de España.

Eres la Imagen de nuestras vidas,

la eternamente amada.

Eres la dulzura hecha Hombre

y la pasión más arraigada.

 

Sólo Tú eres, Señor, mi Nazareno,

¡ mi Cristo de la Sangre !

 

Trinidad del Martes

Cada Martes Santo el clamor de la Cruz Blanca se convierte en saeta que rompe y rasga. Rescate y Piedad saldrán desde su Iglesia y recorrerán su estación antequerana.

 

No se puede aglutinar más esta tradición cincuentenaria, Jesús del Rescate y Piedad Trinitaria. Sólo vosotros sabéis la historia de la procesión más alumbrada, la que se alumbró hace cincuenta años para la Antequera solidaria.

 

La liturgia Crismal del Martes llama profundamente a un recogimiento procesional únicamente roto por saetas.

 

Un Cristo maniatado consigue desanudar sentimientos cofrades por Porterías. Mágico paso de su trono por la esquina entre Merecillas y Laguna que consigue ralentizar la procesión como pocas veces se logra en Antequera. Aquí hay que mirar tan arriba que Cristo parece emerger de otro punto, de otro momento cofrade jamás contemplado en la Semana Santa. Todos deberíamos tener muchos más momentos como el del Rescate. Son momentos íntimos, son momentos únicos. Momentos en los que se detiene nuestra vida y se recuerda siempre cada sonido, cada olor, cada imagen del Martes que ya se ha convertido en única dentro de nuestra particular Semana Santa.

 

Y después, ya, más adelante, al Rescate sólo le va quedando Piedad. La preciosa Piedad de amarnos con la profundidad de su divinidad y con la compasión de saber que somos pecadores pero que sin medida la amamos hasta fundirnos en un fraternal abrazo conciliador.

 

Esa es la Piedad que acompaña a Jesús del Rescate, la Piedad del Amor total a Cristo, la de la compasión a los hombres pecadores y la de la comprensión a los más desprotegidos del mundo.

 

Por eso Ella camina despacio. Su paso no sabe de prisas ni de excusas. Quiere seguir a Cristo maniatado para ser luego lecho de Piedad sin límite. Su trono avanza melodioso por las naves trinitarias y se abre a la luz blanquecina de su Plaza.

 

Blanca Pureza, Blanca Paz, Blanca Piedad, Cruz Blanca.

 

La Virgen de la Piedad

va caminando despacio,

cruza templada el espacio

de su Santa Trinidad

 

Va siguiendo al Rescate,

con paso firme y claro.

Él va coronado de púrpura

seguido de un azul trinitario.

 

No sigas Señor, no andes

tu camino de Piedad y sangre

te lleva directo a la muerte,

a un terrible y cruel Calvario

 

Tu Madre, Piedad, que llora,

te sigue sollozando

y Antequera la acompaña

guiando con tenue luz de vela

todo su desconsolado llanto.

 

Las mantillas ya no quieren

ver sufrir tal quebranto

y saetas profundas te lanzan

con ballestas roncas de canto.

 

Tus heridas se convierten

en sangre que cubre el manto

y un escudo carcelario

resurge en tu terciopelo santo.

 

Te alumbraron hace cincuenta años

para ser Cofradía solidaria

y fiel ejemplo del precepto

de tu orden trinitaria.

 

¡ Ese es el milagro del Martes,

el milagro del Martes Santo,

convertir la Sangre de Cristo

en un escudo trinitario !

 

Mayor Amor del Miércoles

Mayor Dolor es Mayor Amor, ya lo dijo el maestro, “cuando al cielo quiso levantarlo”.

 

Ha llegado el Miércoles y Cristo se arrodilla entre naranjos.

 

Himnos saludan al Cristo más golpeado, al Dios más azotado, al Señor más antequerano. Mayor Dolor de Cristo y María del Mayor Dolor. Rostro conmovedor de Cristo, mirada alzada de María y una legión de túnicas negras rodeadas de esparto, alumbran Antequera cada noche de Miércoles Santo.

 

Hoy en Antequera, Cristo va acompañado. Quizá sea por ser el Cristo más arrodillado, el más humillado y también... el Cristo más amigo y también el más rezado.

 

Desde el besapié hasta la vuelta en la Plaza, Antequera se lanza a la calle. El Mayor Dolor mueve sentimientos.

 

Mueve el Cristo y mueve la Virgen. Y nos mueve el verlos sufrir.

 

Desde San Sebastián salen

en noche de Miércoles Santo.

Las luces suenan a Himno

y las cornetas alumbran su paso.

 

Eres de todos los Cristos,

Señor del Mayor Dolor,

el Cristo más antequerano.

 

Tus rodillas son el ancla

que soporta nuestra esperanza

y un cruel romano fustiga

con látigo brutal tu espalda.

 

No llores Madre, no sufras,

que tu Hijo ya se levanta.

Se levanta entre dulces flores,

entre hombros y alabanzas.

 

Tu fiel Camarera te cuida

como el Arca de la Alianza

de esta Antequera piadosa

que rezando por Ti aclama:

 

¡ que eres el Señor más Santo,

desde los cerros hasta tu Plaza !,

y tu Madre mira al cielo

rogando misericordia Santa.

 

¡ Virgen de Carvajal,

bellísima talla antequerana !.

Tu camarera te arropa

con joyas de gran Señora.

Y es que Trinidad cobija

tres nombres y una corona.

 

 

No llores Virgen, no sufras,

que el manto que recogen

los ángeles de tu planta

será el viento sagrado

que a tu Hijo dé las alas

y las flores de tu trono,

el timón dorado de azules

terciopelos de oro y plata.

 

No puede haber en el mundo,

al ver a un Hijo doblado,

dolor mayor que el tuyo

perdonando a tal malvado.

 

Eso sólo puede hacerlo Dios

el Dios de todos los cristianos.

Eso sólo puede hacerlo Cristo,

el Cristo de todos los antequeranos.

 

Porque Tú,

¡ Señor del Mayor Dolor !,

Dios y Rey soberano,

eres de todos los cristos,

el Cristo más antequerano.

 

Mecidas del Jueves

Dos golpes han dado la orden y dos puertas obedientes se abren.

 

Por San Pedro aparecen una Cruz y un estandarte.

 

¿Qué podría contaros cuando vemos salir a la Misericordia y al Consuelo? La salida del Consuelo es una pura confesión de amor, es mucho más que una descripción, es el estallido de la alegría colorida de la Semana Santa, hecha vaivén de palio, de cruce de bambalinas y de la locura de unos flecos que quieren volar hasta el infinito imperial de la Corona de esta Virgen de San Pedro.

 

Sí, Consuelo, Tú eres la que provoca esa explosión de movimiento en tu trono. Ese mecer acompasado que se ha convertido en emblema de la Semana Santa de Antequera. Ese movimiento especialísimo que te hace ser distinta y por distinta amada, querida y admirada.

 

Sí, antequeranos cofrades, hermanos de la más antigua tradición cofrade de Andalucía, nuestro Consuelo es el contrapunto perfecto a todo lo que aglutina nuestra pasión cofrade. En la Misericordia y el Consuelo tienen cabida todos esos sentimientos irrefrenables que nos desbordan cada tarde de Jueves Santo en el Triunfo de San Pedro. ¿Quién no se ha emocionado al ver ese maravilloso palio moverse entre los balcones de su barrio ?.

 

Aquí no hay ni derecha “adelante” ni izquierda “atrás”, ¡cuidado, no confundamos!, el Consuelo es un palio mecido a hombros, un trono que vibra con cada temblor de cada hermanaco y con cada toque de campana de su Hermano Mayor y quien no lo entienda que busque la respuesta..., unos ojos llenos de lágrimas se la darán, al decirle que detrás de la candelería va su Virgen en peana y que la cera del Consuelo es la que alumbra a toda la Semana Santa de Antequera.

 

Y sabed que desde San Pedro

una Virgen sale de rojo...,

Consuelo de bambalina de oro.

 

Dos golpes dieron la orden

y obedientes las puertas se abren.

Una blanca saya deslumbra

esta tarde que despunta

y en su Plaza,

más antequerana que nunca,

pasa Cristo y su Misericordia más pura.

 

“La Consuelo” ya está en los hombros

y todo a su alrededor es un revuelo.

Guapa y mil veces guapa serás.

Así te habla tu barrio triunfal.

 

Cada toque de campana

hace estallar las lágrimas.

Y las bambalinas doradas

se cruzan entre cordones, borlas y águilas.

 

¡Sigue meciéndote, Consuelo,

mécete hasta la madrugada!.

Muéstrale a Antequera

toda tu belleza procesionada.

 

Antequera te espera

con lágrimas emocionadas.

No quiere perderse la cita,

esta cita preparada,

de ver mecerse al Consuelo

desde San Pedro

hasta la Cruz Blanca.

 

Porque tus mecidas son queridas.

Tu mecida es la alegría.

Tus vuelos son verdaderos.

Son la devoción de un pueblo

que quiere mecerte lejos.

 

Así te quiero Consuelo,

con esa alegría duradera

que hará suspirar de gozo

a toda esta Antequera

 

Porque Tú ya eres la esperanza,

el ancla, el arca y la llena de gracia.

Pero aquí también eres, ¡ Consuelo !,

la alegría del alma.

 

Bordado de Dolores

 

Este año Dolores no saldrá

a la calle de igual manera.

Juan Fernando no está

mirándola aquí en la Tierra.

Todos los cofrades sabemos

que Juan Fernando ha sido para Dolores

lo primero que ha tenido en Antequera.

Ya no te hacen falta campanas

que tocar pudieras delante de Ella,

ni hermanacos valientes

que sepan subirla a la Vega,

Ella sabe que la quieres

con toda tu alma completa.

Ya no necesitas flores

que adornen su trono en primavera,

ni velas que le alumbren

su preciosa carita tan bella.

Tan sólo quiere que la ames

como la amaste aquí en la Tierra.

Ya tienes la suerte, Juan Fernando,

de vivir un eterno Jueves Santo

y por eso, ahora que la tienes tan cerca,

pídele a Dolores que nos quiera

igual que te quiso a ti,

durante toda tu vida entera.

( In memorian )

 

Cada noche de Jueves Santo amanece en el horizonte de calle Estepa, cuando vemos aparecer su trono cargado del amor de un pueblo que le quiso dar, por ser Madre de los Dolores, todo el arte bordado en oro y repujado en plata. Todo en Ella es belleza y su barrio que sólo le dice ¡Dolores! No acierta a regalarle más de lo que hace, pues es bendita en sus dolores y bendita en sus siete dagas enamoradas por el amor de Antequera. Pasa triunfante en la perfección procesional de un trono hecho para Ella y por Ella. ¡ Esa es la única explicación posible al conglomerado de belleza que ama ! No puede ser, es imposible verla en otro trono. Peana, cinco varales, cajón pequeño y un prodigio de palio que lleva el bordado del amor,... ese es el secreto.

 

Preciosa Imagen Nazarena la del Cristo del Consuelo, Cristo Caído, Dios Verdadero,... y junto a Jesús Amarrado a la Columna completan la trilogía cofrade del Barrio de Santiago.

 

Podríamos recorrer cada uno de los tronos y de las Imágenes. Podríamos detenernos en cada uno de los detalles del ajuar cofrade de los Servitas. Siempre llegaríamos a la misma conclusión. Hay tal perfección en sus formas y tal cuidado en sus modos que hacen palpar la elegancia procesional. ¡ Todo en vosotros es belleza y categoría cofrade !

 

La madrugada del Jueves Santo es de la Virgen de los Dolores.

 

Siete dagas en tu pecho

te ha clavado el dolor.

Y Antequera te las quita

bordándote un trono de amor.

Un palio cuadrado te damos

y un manto de terciopelo y flor.

Nadie sabe cierto

si Tú, Dolores,

has llorado en la Vega,

de pena o emoción.

Tiene que ser la emoción,

de ver a tus hijos debajo,

corriendo la cuesta al son,

¡ corred, corred, hermanacos !

llevadla en procesión,

subidla a los Cerretes.

¿ Puede haber un momento mejor,

al llevar a tu Madre de los Dolores

a hombros hasta la cima mayor ?

Ya se calman los tambores,

las cornetas agotadas terminan el son,

Santiago te arropa en la noche,

en Belén te aguarda una oración.

¡ No entres en tu templo Señora !

¡ No entres, Dolores, por favor !

Si entras se acabará la noche.

Si entras se acabará la emoción;

aguardaremos así, exhaustos,

a que llegue el amor que por Ti levanto:

ver a Antequera de pena llorando

cuando ve que termina,

¡ de nuevo el Jueves Santo !

Dulce Paz

El Viernes Santo encumbra a toda la Semana Santa de Antequera; Paz, Socorro y Soledad.... Tres magníficos nombres que deben ser aglutinadores de una verdadera Hermandad Procesional. Nuestro último tercio cofrade nos convoca a la perfección romántica, decimonónica en los estilos pero también barroca y renacentista, puramente antequerana en las formas. Explosión estética en la calle. Gozo absoluto en cualquier corazón cofrade.

 

Eso es y así tiene que seguir siendo el Viernes Santo en Antequera. Santo Domingo, Jesús, El Carmen, tres cofres preciosos que custodian tres joyas marianas, elegantes y sublimes, preciosas Señoras del Viernes y de la Semana Santa de Antequera.

 

A primera hora de la tarde, Antequera se cubre de morado nazareno.

 

Desde hace diez años, el Pregonero tiene la inmensa suerte de portar sobre sus hombros a la hermosísima Imagen de la Virgen de la Paz. Ese es el humilde y gustosísimo tributo que realizo al pertenecer por tradición a una familia total y absolutamente de “abajo”. Mis abuelos al igual que sus padres,.... al igual que los míos y también mis hermanos, siempre hemos tenido a Santo Domingo muy cerca y así se ha perpetuado una tradición familiar, que es ya de siglos.

 

La Paz comienza este triduo del Viernes en el que la belleza es el centro de Antequera.

 

Y se sabe reconocer la hermosura de la Cofradía de “abajo” nada más salir a la calle. Mucha gente se agolpa en su Plazuela para no perderse ese momento único de ver salir por su puerta basilical a la hermosa y elegantísima Imagen de la Señora de la Concordia, de la Señora de la Amistad, del Compañerismo, del ser todos hermanos, del ser todos cristianos....., de la Virgen de la Paz.

 

Y asombran cada Viernes Santo los aplausos con los que Antequera te acoge al atravesar tu cancel de Santo Domingo. Nadie cabe en tu Plaza, tu citarilla está a rebosar y todos fijamos la mirada en esta Virgen dulcísima, de carita anacarada que sollozando soporta el clamor de una muerte infamante que ha golpeado sin piedad a su pequeño Niño Perdido, y que ya con la Cruz a Cuestas es el más Dulce Nombre que pronunciar pudiéramos hasta poder alcanzar y comprender la gloriosa muerte en cruz, tu muerte, Cristo de la Buena Muerte.

 

Para verte salir

nadie cabe en tu Plazuela.

Sale primero tu Niño,

al que volvísteis a encontrar

para alegrar la tarde

del Viernes Santo en Antequera,

y al que le sumáis

la perfección Nazarena

del Dulce Nombre de Jesús

y un Crucificado de Diego de Vega.

Pero mi asombro por vuestras bellezas

todavía más se alegra

cuando cada año se repite,

siempre la misma escena...

Suenan los raíles

con sus fuertes golpes de ruedas.

Va avanzando la Virgen,

atravesando va toda la Iglesia

y cuando su cara asoma,

su blanca carita de princesa,

toda la Plaza de Santo Domingo

sin que se escuche una trompeta,

rompe en un aplauso unánime

que a la tarde pone la estela,

de un sonido turbador

que en todas las almas requiebra.

 

He visto durante muchos años

a las cofradías de Antequera

y no he visto nunca aplausos

como los que le hacen

a la Virgen de la Paz

los que están en su Plazuela.

 

Muy poco falta ahora

y la orden ya se espera.

“¡Atentos, oído!”

dice José Luis Vidaurreta.

La Virgen ya está en los hombros

y hay que bajar esa cuesta.

 

Te llevaremos a hombros

los que te amamos sin tregua.

Porque Tú eres, Virgen mía,

toda la Paz de la Tierra.

 

Y también eres

la más dulce Virgen

que unos ojos conocieran.

 

Y es que sin saberlo

hemos logrado subirte

corriendo por tu empinada Vega.

 

Ya no tenemos nervios,

ya hemos subido a la Madre...,

lograda está la ansiada meta.

 

Y ese logro de la Paz

es la conquista de Antequera.

Yendo más allá,

mucho más allá de esta tierra.

 

Todos sabemos que te admiran

allende de nuestra Vega.

Y en Ti también han visto

formas repetibles

otras cofradías señeras.

 

En Paz se inspira, luce y crece

una Coronación Malagueña.

El Puente de Santo Domingo,

ha hecho a Málaga más bella,

cuando ha coronado a Dolores

mirando los tronos de Antequera.

 

Portichuelo del Alma

El Socorro va a cruzar Antequera desde el Portichuelo y sorteará varias cuestas.

 

El Viernes Santo anuncia la Cruz y todo el Viernes es Cruz..., en Antequera, Santa Cruz en Jerusalén.

 

A la adoración de la Cruz como centro litúrgico y pascual del Viernes se le une el Socorro y un Jesús Nazareno que alza su cruz labrada en plata sobre el dorado refulgente de su trono. Así es el Socorro y así será su procesión, una Cruz Nazarena a cuestas, ayudada por toda Antequera, desde su “Portichuelo”, -calvario y gloria-, lugar sublime de la Semana Santa.

 

Si supiéramos explicar la llegada del Socorro al Portichuelo, sólo ese momento merece todo un Pregón de Semana Santa. La Vega del Socorro explicaría por sí misma una devoción cristiana y daría explicación a la fe de cualquier persona.

 

Es tanta la admiración que os tengo, ¡hermanacos del Socorro! que cada Viernes os abrazo simbólicamente en Plaza de San Sebastián. Ese abrazo se lo doy a un buen cofrade, a un hermanaco de vuestro Nazareno, a un amigo que me dijo una vez que cuando hablara de las Vegas de Antequera, hablara de la Vega del Socorro y aquí estoy cumpliendo esa promesa.

 

Y en verdad llevas razón, amigo Dani, no hay Vega como la tuya. Aquí la razón no entiende de cansancios ni de dolores, aquí sólo vale el empuje, la fuerza y la sangre. Aquí los hermanacos os remangáis las túnicas de terciopelo para dar cabida a las zancadas y los tronos que se os clavan, van botando en vuestros hombros esperando los toques de campana.

 

Los sonidos de tambores

anuncian la primera arreciada,

las horquillas ya están preparadas,

los hermanacos las necesitan

para apoyar arriba el alma.

 

¡ Ánimo compañeros,

llevad a la Virgen alzada !

El Socorro comienza su Vega,

dorada está la Plaza.

Tiene tanta hermosura su cara

que Antequera quiere allanarle

todas sus cuestas empinadas.

 

Sólo el amor de tus hijos

y la fe que en ellos guardas

es el que con fuerza sobrehumana

consigue llevarte corriendo

por tus cuestas empedradas.

 

¡ Madre mía del Socorro !

tu palio de negros oros

y también de muchas platas

desata un temporal de vivas

que recoge el Nazareno

y te los lanza de nuevo

cruzando los varales

de tu trono “portichuelero”.

 

Antequera te dice que

no puede vivir sin ti,

que sin ti no tiene cielo,

que te adora igual,

que adora al Nazareno,

que eres lo más grande

que baja desde el Portichuelo.

 

Y que cada Viernes

necesita verla a Ella,

por ser su única estrella,

la que alumbra desde “arriba”

toda esta antequerana tierra.

La que va desde el Torcal a la Vega,

la que con cara triste de pena

socorre a esta noble Antequera.

 

Y qué le pide a Socorro,

que siempre sea el silencio

del puro y eterno llanto,

cuando ve que comienza su Vega

corriendo en su trono santo.

 

Desde el Carmen en Soledad

Antequera se inunda de silencio. Es este el silencio que va cerrando poco a poco, lentamente, entre las negras oscuridades de la madrugada, la Semana Santa.

El hondo rigor cofrade del Santo Entierro colma las calles de Antequera.

 

Cristo ha querido la muerte. Nos hubiera bastado con una sola gota de su sangre para haberle amado sin mesura..., pero murió en una Cruz infamante que se ha convertido ya, en esta fría madrugada, en Urna y en Soledad.

 

¡Soledad!, corona, ráfaga, encaje, manto negro, manos juntas, lágrimas, llanto eterno..., perenne dolor inconsolable.

 

Ya no sirven las palabras, el Pregón quiere apagarse, enmudecer y acompañar a la Virgen de la Soledad en su llanto. Pero la fuerza cofrade se resiste a no nombrarte, a no recordarte, Virgen de Vírgenes, Madre entre las Madres. El Pregón quiere hablar de Ti, Cristo mío, Cristo Yacente ya sin vida. Y tu Madre sigue al pie de la Cruz, siempre a pie de Gólgota y ahora, llorándote, sigue los pasos, y los pasos son de un cuerpo ya cadáver. Son pasos firmes que encumbran la muerte.

 

No se escuchan ya palabras,

no resuenan ya los ecos,

ahora sólo se oyen llantos,

ahora sólo quedan los rezos.

 

Todo lo domina el silencio,

así pasa Jesús,

¡lastimosamente muerto !

y su Madre solitaria

sólo lleva sufrimiento.

 

Su cuerpo silencioso

empapa el aire negro.

Pero su muerte ilumina

todo su divino sueño.

 

Nadie ve a Cristo vivo

todos ven a Cristo muerto.

Sólo la Virgen, su Madre,

quiere verle despierto

pero sólo adivina ya,

una silueta muy lejos,

es la que hacen sus hermanacos

al ir lentamente meciéndolo.

 

Aunque no queramos creerlo,

delante va Dios,

aunque vaya santamente yerto,

con la tez desfigurada

por resistir tal sufrimiento.

Sus manos ya no sangran,

ni tampoco su frío cuerpo.

Sus ojos ya cerrados,

parecen eternamente quietos.

Aunque no queramos creerlo,

el que pasa en silencio,

¡ es el Cristo del Santo Entierro !

 

Resurrección agradecida

La Pascua de Resurrección une a los cristianos y también a las cofradías.

 

Habréis en este Día Santo cumplido el cometido y es hora de daros las gracias.

 

Habéis llevado al mismo Dios a casa del enfermo y también al desconsolado. Habéis recorrido estas calles llevando la Virgen a cada anciano. A ese que no puede lanzarse a la acera para ver a su Virgen como lo hacía antaño.

 

Habéis corrido Vegas, y llevado los tronos al campo. Para que bendigan nuestra tierra, para que nunca falte el trabajo. Y también habéis conseguido que dos hombres se den la mano, cuando han mirado a Cristo y les ha salido el perdón de sus labios.

Por todo esto Antequera os da las gracias. Da las gracias a estas nueve cofradías que son nueve promesas antequeranas.

 

Cristo ha resucitado y Antequera se alegra, porque con la Resurrección se bendice la vida y también todos sus actos.

 

Con la Resurrección culmina toda la Semana Santa, es llegado el tiempo de la renovación.

 

Despedida

Y también el Pregón, al igual que la Semana Santa, toca a su fin y como el recorrido de nuestras Cofradías, tendremos que esperar un año para volver a esta cita impostergable que nos dará el anuncio de la Pasión.

 

Queda ya muy poco para terminar y nos resistimos a dejarlos. No queremos olvidarlos y no los olvidaremos jamás. Al igual que el avanzar de cada trono hacia su Plaza, el Pregón quiere llegar a cada una de vuestras Plazuelas, esas que lleváis cada uno dentro de vuestro corazón cofrade y tener este último encuentro.

 

Y como el último tramo de mi Cofradía, quiero que esta última página sea mi particular calle de los Duranes, ese último esfuerzo del hermanaco, un último toque de campana, esa última marcha que se convierte en auténtico gozo cofrade que destapa todas las esencias de la Semana Santa.

 

Perdonadme pero el cariño nuevamente me vence. Han sido muchos años unido a una devoción que también fue la primera. Es mi humilde pago, mi contribución honrosa a tantos buenos momentos, a tantas buenas enseñanzas y a tantos amigos. En definitiva, a todo lo que soy. Con Ellos crecí y a Ellos amé con arrogancia juvenil y ahora que la vida comienza a verse desde el balcón de las décadas no me gustaría dejar de corresponder mi Amor a todo lo que han representado, pues en Ellos pongo mi esperanza.

 

Esa es hoy mi Cofradía y así me gustaría que siguiera siendo siempre; pujante, joven, trabajadora, ilusionante, como lo es por Duranes.

 

Porque....

 

Por allí mi Cofradía

pasa firme y decidida

no hay tregua ni descanso...,

la procesión está

casi concluida.

 

La luz de cera se apaga

pero las cornetas resaltan.

Los balcones se mezclan

entre varales de plata.

Y sus flores asomadas

le besan a mi Cristo la cara.

 

Dos tronos primero pasan

ninguno de los dos descansa.

No quedan ya fuerzas

sólo empujan, las palabras.

La banda con fuerza arranca...,

sus notas salen del alma.

 

Por Duranes se agrandan las mecidas.

Por Duranes el dolor se olvida.

Por Duranes se mecen tres tronos

con Santa Eufemia y sus Tres Caídas.

Por Duranes se hace procesión.

Por Duranes se vive en Cofradía.

 

Se ve a lo lejos la Virgen,

doblar lentamente la esquina.

No puede haber mejor nombre,

Ella es la “Madre de Dios” bendita.

 

Así entra mi Virgen,

mi amor no tiene medida.

Los sones de una marcha

clavan los hombros a la almohadilla.

 

Toda Ella es Vera Cruz,

Vera Cruz de alma herida.

 

Aquí termina el Pregón,

y Ella será la mejor despedida.

Porque Ella es la Virgen,

la Madre de Dios Purísima

y el ser de mi Cofradía.

 

Ella es la Señora,

¡ Vera Cruz !

y ¡ toda mi vida !

 

 

He dicho.

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Download this file (2005.pdf)(2005) Manuel Jesús Barón Ríos[(2005) Manuel Jesús Barón Ríos. Presentación, Datos biográficos, El Pregón]


 
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